Al conmemorarse este jueves 19 de noviembre el Día mundial de la filosofía reconocido por la UNESCO, quisiera compartir con ustedes una reflexión que escribí hace un tiempo, precisamente en el contexto de la posibilidad de que se eliminara la filosofía del plan de estudio de los colegios.
La filosofía: “un saber inútil pero necesario”
Patricio Schwaner Saldias – Profesor de filosofía
Hace unos años se hizo famosa la bullada discusión respecto a la “importancia de la filosofía”. En relación a la misma creo que resultaría esclarecedor el ahondar sobre su utilidad, cuestión que para algunos resulta ser “el gran argumento” a exponer, cuando se plantea que debe ser eliminada de los planes educativos. Con esto quiero decir que quienes se oponen a la continuidad de la filosofía, tienden a afirmar con toda seguridad que es inútil; en cuanto no ofrece ventajas visibles y contables para quienes la estudian.
Ahora bien, sería esperable que quien hace filosofía buscara la forma de plantear un contraargumento, de modo que pudiera defender la “utilidad de la filosofía”, cuestión que desde mi perspectiva resulta innecesaria, pues: ¿Qué clase de interpretación damos hoy a la palabra utilidad? Usualmente la utilidad es comparada con el valor, más aún en una sociedad como la nuestra, en la que el dinero se ha impuesto como única medida de todas las cosas, y como elemento primordial para plantear la validez o invalidez de todo. De esta forma es que escuchamos constantemente decir que un determinado producto tiene una gran “utilidad” en cuanto podemos considerarlo exclusivo por su elevado valor monetario.
Bajo esta lógica, habría que decir entonces, que la filosofía es inútil por lo que en la línea de mi propia reflexión sería equivalente a sostener que no puede ser “valorada económicamente”, razón por la cual está condenada a no perder jamás su valor; sin correr el riesgo de que pueda venderse al menor precio, o incluso ser la gran oferta de un Cyber Monday.
La filosofía no puede considerarse útil porque su misma expresión no podrá ser nunca medida numéricamente, y bajo este respecto jamás clasificará en los ideales reduccionistas de nuestra época.
En este sentido la filosofía como reflexión humana sigue la línea de lo que el gran pensador Karl Jaspers afirmara: “En filosofía son más esenciales las preguntas que las respuestas”. Atendiendo a esta misma reflexión, valga la pena el afirmar que las preguntas son tantas que jamás van a desaparecer. Por lo que afirmar que la filosofía tarde o temprano se extinguirá constituye una incongruencia radical.